(Translated by Google) This place is a true cult of food, a sanctuary where every detail is designed to delight the soul.
From the moment you arrive, you're greeted with a generous drink: a soda and a house glass so large it invites you to linger and enjoy without measure. And what about the food? You don't even need to look at a menu, because the waitresses, like dancers in an opera, arrive dancing with a spectacular appetizer of pork shoulder, salami, and cheese, a colossal pan flauta in a "bread corral" that looks like a work of art, potato omelet, fritters, toast with eggplant paste, and, as the icing on the cake, a fried meat empanada that makes you close your eyes in delight. The instruction is clear and wise: "Eat slowly, break into pieces," and one can only obey, grateful for such a blessing.
The timing is perfectly orchestrated; As the glass of wine begins to tickle your palate, the waiter passionately recites the pasta, meat, and fish options. The sweetbreads are a hymn to joy, and the French fries, a standing ovation that resonates with every bite. And when you think you can't take any more, the desserts arrive: the custard with caramel and cinnamon and the tiramisu, temptations you can't resist. The service is impeccable, warm, and professional, making you feel right at home. The price, including appetizers, wine, soda, two main courses, and dessert, is $33,000 per person, an investment worth every peso for the experience.
A place to return to again and again with an open heart!
(Original)
Este lugar es un verdadero culto a la comida, un santuario donde cada detalle está pensado para deleitar el alma.
Desde el momento en que llegas, te reciben con una bebida generosa: un sifón y una copa de la casa, tan grande que te invita a quedarte y disfrutar sin medida. Y qué decir de la comida… ni siquiera necesitas mirar una carta, porque las mozas, como bailarinas en una ópera, llegan danzando con una picada espectacular de bondiola, salamin y queso, un pan flauta colosal en un “corral de pan” que parece una obra de arte, tortilla de papa, buñuelos, tostadas con pasta de berenjena y, como broche de oro, una empanada frita de carne que te hace cerrar los ojos de gusto. La consigna es clara y sabia: “Coman despacio, partan en pedazos”, y uno no puede más que obedecer, agradecido por tanta bendición.
Los tiempos están perfectamente orquestados; mientras la copa de vino empieza a hacer cosquillas en el paladar, el mozo te recita con pasión las opciones de pastas, carnes y pescado. Las mollejas son un himno a la alegría, y las papas fritas, una ovación que resuena en cada bocado. Y cuando crees que no puedes más, llegan los postres: la natilla con caramelo y canela y el tiramisú, tentaciones que no podes resistir. La atención es impecable, cálida y profesional, haciendo que te sientas como en casa. El precio, considerando las entradas, vino, soda, dos platos principales y postres, es de $33.000 por persona, una inversión que vale cada peso por la experiencia.
Un lugar para volver una y otra vez con el corazón abierto!