(Google による翻訳)山の香り、真摯な愛情、そして温かいコーヒーに満ちた、記憶に深く刻まれる午後。それが、私たちが訪れたラ・テラサ・デ・ルナ。フライハネス・デ・アラフエラの中心にある、木々に囲まれ、柔らかな霧に包まれ、温かく迎えてくれる人々の温かさに包まれた、居心地の良い小さな場所でした。
曇り空が私たちを迎え入れ、この地域特有の新鮮な空気が、まるで安らぎを呼吸しているかのように肺に吸い込まれていくようでした。到着した瞬間から、その雰囲気にすっかり魅了されました。木製のテーブル、高いタイル張りの天井、まるで家庭の星のように空から吊るされた温かい照明、そして同じように人生を楽しむ人々の会話をかき消そうともしないBGM。
そして、そんな素敵な雰囲気の中で、最高の出来事がありました。元選手のエリック・レオニス氏との出会いです。謙虚な人柄でありながら、カリスマ性を感じ取ることができました。彼は、コートを歩き、勝利と敗北を経験し、それでもなお胸を張って歩いているような、真摯な笑顔と親しみやすい口調で私たちに近づいてきた。私たちは言葉を交わし、笑い合い、そして特に気取らずに、思い出のために写真を撮った。彼は真の男で、知り合う価値のある男だった。
その間、私はシャンティクリームとココアパウダーを添えたホットチョコレートを頼んだ。しっかりとしたマグカップに注がれた、魂を温めてくれるような一杯だった。その味はまさに山の味そのもの。濃厚で、心地よく、職人の手による独特の味わいが感じられた。カロリーナはカプチーノを注文した。完璧な泡立ちとバランスのとれた香りが、気分を高揚させ、どんな会話にも寄り添ってくれる。一口飲むごとに、口の中が温かくなった。
ダイニングルームは満席だったが、混み合っているわけではなかった。家族連れは笑い声を上げ、カップルは静かに語り合っていた。ウェイターたちはまるで風景の一部のように行き来し、いつも良い態度で迎えてくれた。ここは単なるレストランではなく、共に分かち合うための体験なのだと、はっきりと分かりました。木の足音が静かにきしみ、外のブランコは子供たちの足音で揺れ、薪の香りが焼きたてのパンと山のコーヒーの香りと混ざり合っていました。
外では、木々が生い茂り、赤い石畳の道が続く中、エリックと写真を撮るのにまさに完璧な瞬間が訪れました。いつものように気さくな彼は、誰にでも気取らず、気負うことなくポーズをとってくれました。写真撮影、握手、天気やサッカー、そして人生全般についての会話、すべてがまさにその通りでした。
一言で言えば、シンプルながらも魔法のような午後でした。ラ・テラサ・デ・ルナは、美味しい料理を提供してくれただけでなく、特別な何かの一部であると感じさせてくれるひとときも提供してくれました。エリックとの出会いは、思いがけない贈り物でした。そして、こんなにも魅力的な場所でカロリーナと過ごした時間こそが、この旅をもう一度訪れたいと思わせてくれたのです。
なぜなら、時には、自分がどこにいるかだけでなく、誰とそれを共有し、その場所が自分の物語の一部となるかが重要になるからです。霧、木々、そしてホットチョコレートで彩られたフライハネスは、すでに私たちの物語の一部となっています。
(原文)
Una tarde de esas que se guardan en la memoria con sabor a montaña, cariño sincero y café caliente. Así fue nuestra visita a La Terraza de Luna, ese rinconcito acogedor en el corazón de Fraijanes de Alajuela, rodeado de árboles, neblina suave y el calor humano de los que saben recibir.
El cielo nublado nos dio la bienvenida, con ese aire fresco típico de la zona que entra directo a los pulmones como si uno respirara paz. Desde que llegamos, la vibra del lugar nos atrapó: mesas de madera, techos altos de teja, luces cálidas colgando del cielo como estrellas domésticas, y una música de fondo que apenas se colaba entre las conversaciones de quienes también andaban saboreando la vida.
Y entre tanta buena vibra, llegó la cereza del pastel: conocer a Erick Leonis, exjugador, figura humilde y con un carisma que se siente de inmediato. Se acercó con una sonrisa franca y ese tono campechano de quien ha recorrido canchas, triunfos, caídas y aún camina con la frente en alto. Cruzamos palabras, compartimos risas y, sin mucha ceremonia, nos tomamos unas fotos para el recuerdo. Un tipo auténtico, de esos que vale la pena conocer.
Mientras tanto, yo me mandé un chocolate caliente con crema chantilly y polvo de cacao, servido en una taza robusta, de las que calientan hasta el alma. El sabor era justo lo que uno espera de la montaña: intenso, espeso, reconfortante, con ese toque artesanal que lo hace único. Carolina se pidió un capuchino, que llegó con su espumita perfecta, bien equilibrado, con ese aroma que despierta el ánimo y acompaña bien cualquier conversación. Cada sorbo fue un abrazo al paladar.
El comedor estaba lleno, pero sin alboroto. Las familias reían, las parejas conversaban bajito, y los meseros iban y venían como parte del paisaje, siempre con buena actitud. Se notaba que el lugar no es solo un restaurante, es una experiencia pensada para compartir. Las maderas crujían suavemente bajo los pasos, los columpios afuera daban vueltas con los niños, y el olor a leña se mezclaba con el de pan recién horneado y café de altura.
Afuera, entre árboles frondosos y caminos de piedrilla roja, se sintió ese instante perfecto para tomarse una foto con Erick. Él, amable como siempre, no dudó en posar con todos los que se lo pedían, como si fuera uno más del barrio, sin aires, sin prisa. Y así fue: la foto, el apretón de manos, los comentarios sobre el clima, el fútbol, y la vida en general.
En resumen, fue una tarde sencilla pero mágica. La Terraza de Luna no solo nos dio comida deliciosa, sino también un momento que nos hizo sentir parte de algo especial. Conocer a Erick fue un regalazo inesperado. Y compartir ese rato con Carolina, en un lugar tan lleno de encanto, fue lo que realmente hizo de esta salida algo que queremos repetir.
Porque a veces, no se trata solo de dónde estás, sino de con quién lo compartís y cómo ese lugar se convierte en parte de tu historia. Y Fraijanes, con su neblina, sus árboles y su chocolate caliente, ya se metió en la nuestra.