(Google 번역 제공) 지난 1월 31일 금요일, 저는 사랑하는 친구의 생일을 축하할 목적으로 마이애미로 몇 시간 동안 여행을 떠났습니다. 북플로리다에 있는 내 집에서 5시간 이상을 운전해 축하 행사가 열리는 장소에 도착했다. 나는 설렘과 기쁨, 기대로 가득 차 있었고 친구들과 특별한 밤을 보낼 준비가 되어 있었습니다. 하지만 행복한 순간으로 기억되어야 할 이 경험이 제가 받은 치료로 인해 씁쓸하고 완전히 실망스러운 경험이 될 것이라고는 꿈에도 생각지 못했습니다.
제가 시설에 도착했을 때 불과 몇 분 전에 도착한 친구들은 이미 내부에서 음악과 분위기를 즐기고 있었습니다. 그 장소에 들어가려고 했을 때, 입구 담당자가 갑자기 제지했습니다. 사전 통지 없이, 합리적인 설명 없이 입국이 거부되었습니다. 그 사람은 거칠고 거만하며 완전히 공격적인 목소리로 나에게 “들어오지 마세요”라고 말했는데, 그 말은 나를 당황하게 했을 뿐만 아니라 깊은 굴욕감을 주기도 했습니다.
나는 이 점을 명확히 하고 싶습니다: 나는 모든 시설이 입장을 예약할 권리가 있다는 것을 충분히 이해합니다. 사실, 나는 사람이 알코올이나 물질의 영향을 받고 있거나 옷이 행사 유형에 적합하지 않은 경우와 같은 특정 경우에는 완전히 타당하고 심지어 필요하다고 생각합니다. 이러한 조치는 모든 참석자에게 안전하고 쾌적한 환경을 보장하며, 저는 이러한 정책에 전혀 반대하지 않습니다. 하지만 내 경우에는 이 중 어느 것도 적용되지 않았습니다.
그는 술에 취하지 않았으며 어떤 종류의 물질에도 영향을 받지 않았습니다. 내 옷은 완전히 적절했고, 적어도 아무 문제 없이 입장하는 사람들을 관찰한 바에 따르면, 그 장소의 분위기와 일치했습니다. 그리고 긴 여행으로 피곤하긴 했지만, 그 기회에 들떠서 기분 좋은 밤을 보낼 수 있는 최선의 의향을 보였다.
그럼에도 불구하고 입학사정관은 아무런 논리적인 설명도 하지 않고 완전히 무시하는 태도로 저를 대했습니다. 수년간 행사, 콘서트, 기자회견, 커뮤니케이션, 저널리즘 분야에서 일해 온 사람에게는 모욕적일 뿐만 아니라 전문성과 공감력이 부족하다고 느낄 수 있는 대우였습니다.
나는 논쟁하지 않기로 결정했습니다. 나는 다른 사람들에게 갈등을 일으키거나 밤의 분위기를 망치고 싶지 않았습니다. 나는 상황을 알게 된 후 나와 연대하여 그 자리에 머물지 않기로 결정한 친구들과 이야기를 나누기로 결정했습니다. 그들의 지지에 깊은 감사를 표하면서도 슬프고 답답한 마음을 금할 수 없었습니다.
아마도 이 곳은 "유행"이고 "잊을 수 없는" 파티를 조직한다는 평판이 알려져 있지만 그렇다고 해서 사람들을 경멸하고 공격적으로 대할 권리는 없습니다. 제가 겪은 경험은 입에 씁쓸함을 남겼을 뿐만 아니라, 고급스러움을 자랑하는 곳이 때때로 그 진정한 가치가 참석하는 사람들에 대한 존중과 대우에 있다는 사실을 망각하고 있다는 사실을 반성하게 했습니다.
내 입장에서는 이 곳을 추천하고 싶지 않습니다. 나는 누구도 그런 식으로 대우받아서는 안 된다고 굳게 믿습니다. 특히 그러한 행동을 정당화할 이유가 없을 때는 더욱 그렇습니다. 이 경험을 공유하려는 나의 의도는 무엇보다도 무슨 일이 일어났는지 기록하고, 시설 책임자들이 문을 지나가는 각 사람에게 정중하고 품위 있는 대우를 제공하는 것의 중요성을 숙고하기를 바라는 마음을 표현하는 것입니다.
(원문)
El pasado viernes 31 de enero, emprendí un viaje de varias horas hacia Miami con el propósito de celebrar el cumpleaños de una querida amiga. Después de manejar más de 5 horas desde mi residencia en el norte de la Florida, llegué al lugar donde se llevaría a cabo la celebración. Estaba lleno de ilusión, alegría y expectativa, dispuesto a disfrutar de una noche especial junto a mis amigos. Sin embargo, jamás imaginé que esta experiencia, que debería haber sido memorable por los momentos felices, terminaría siendo amarga y completamente decepcionante debido al trato que recibí.
Cuando llegué al establecimiento, mis amigos, que habían llegado apenas unos minutos antes, ya estaban adentro disfrutando de la música y el ambiente. Al intentar ingresar al lugar, fui detenido de manera abrupta por una persona encargada de la entrada. Sin previo aviso y sin ningún tipo de explicación razonable, me fue negada la entrada. Este individuo, con un tono de voz tosco, altanero y completamente agresivo, se dirigió a mí con un “usted no va a entrar” que no solo me desconcertó, sino que también me humilló profundamente.
Quiero ser claro en esto: entiendo perfectamente que cualquier establecimiento tiene el derecho de reservar la admisión. De hecho, me parece totalmente válido e incluso necesario en ciertos casos, como cuando una persona está bajo los efectos del alcohol o sustancias, o cuando su vestimenta no es adecuada para el tipo de evento. Este tipo de medidas garantizan un ambiente seguro y agradable para todos los asistentes, y no tengo absolutamente nada en contra de estas políticas. Pero en mi caso, nada de esto aplicaba.
No estaba en estado de ebriedad ni bajo el efecto de ningún tipo de sustancia. Mi vestimenta era totalmente adecuada y acorde al ambiente del lugar, al menos según lo que pude observar en las personas que estaban siendo admitidas sin problema alguno. Y, aunque venía cansado por el largo viaje, estaba emocionado por la ocasión, con la mejor disposición de pasar una noche agradable.
A pesar de esto, el encargado de la entrada me trató con una actitud absolutamente despectiva y sin proporcionar ningún tipo de explicación lógica. Fue un trato que, para alguien que ha trabajado durante años en eventos, conciertos, ruedas de prensa y en el ámbito de las comunicaciones y el periodismo, se sintió no solo abusivo, sino también carente de profesionalismo y empatía.
Decidí no discutir. No quería generar un conflicto ni arruinar el ambiente de la noche para los demás. Opté por apartarme y hablar con mis amigos, quienes, al enterarse de la situación, tomaron la decisión de no quedarse en el lugar en solidaridad conmigo. Aunque agradecí profundamente su apoyo, no pude evitar sentirme triste y frustrado.
Tal vez este sitio esté “de moda” y su reputación por organizar fiestas “inolvidables” sea conocida, pero eso no les da derecho a tratar a las personas con desprecio y agresividad. La experiencia que viví no solo me dejó un mal sabor de boca, sino que también me hizo reflexionar sobre cómo, a veces, los lugares que presumen exclusividad olvidan que su verdadero valor está en el respeto y el trato hacia las personas que asisten.
Por mi parte, no recomendaría este lugar. Creo firmemente que nadie merece ser tratado de esa manera, y menos aún cuando no hay motivo alguno que justifique ese comportamiento. Mi intención al compartir esta experiencia es, más que nada, dejar constancia de lo ocurrido y expresar mi deseo de que los responsables del establecimiento reflexionen sobre la importancia de ofrecer un trato respetuoso y digno a cada persona que cruza sus puertas.