(Traducido por Google) Disfrute con el encanto de la costa
Si quiere disfrutar de una buena comida en St. Peter-Ording, no se pierda el restaurante DeichKind. Directamente conectado con el Hotel StrandGut, encontrará una cocina moderna y fresca con un toque sofisticado: a veces vegetariana, a veces vegana, a veces con carne o pescado de alta calidad, pero siempre con un claro enfoque en la calidad, la regionalidad y la estacionalidad.
El menú cambia con regularidad, lo que hace que cada visita sea emocionante. Los ingredientes son notablemente frescos, las combinaciones creativas y un sabor perfectamente equilibrado: no se trata solo de "comida sofisticada", sino de una cocina verdaderamente excelente y con gran profundidad.
Lo que más me gusta de este restaurante
Platos vegetarianos y veganos que no buscan un sabor a compromiso, sino que combinan lo mejor de las verduras, las especias y las texturas. Cilantro fresco, especias finamente seleccionadas, a menudo con influencias asiáticas u orientales. Ingredientes de temporada y de origen regional, a menudo orgánicos. Un menú cambiante que despierta la curiosidad.
He estado aquí varias veces y siempre me ha impresionado. En mi primera visita, me cautivó al instante una ensalada tibia de queso de cabra sobre remolacha fina, lechuga fresca, nueces tostadas y un aderezo suave. La combinación de textura y sabor era simplemente fantástica.
El plato principal era un curry vegano. No sé si estaba hecho con lentejas o garbanzos, con cilantro fresco. Una combinación cálida y ligeramente picante, con un gran y crujiente papadum por encima: un verdadero deleite visual y gustativo. Solo con verlo, dan ganas de volver a pedirlo inmediatamente. Sin embargo, como ya he mencionado, el menú cambia con frecuencia.
La última vez, probé la ensalada de tomates tradicionales con crema de queso de cabra y nueces caramelizadas: fresca, aromática y perfectamente equilibrada. La acompañé de una hamburguesa vegana con chips de verduras crujientes y patatas fritas de boniato: saciante, creativa y muy sabrosa.
De postre, pedimos helado de Tofterbüller Eiscremerei: sorbete de arándanos, yogur y melocotón, servido sobre trozos de manzana con gelatina de saúco y semillas de sésamo. Afrutado, cremoso y con una textura especialmente atractiva gracias a las semillas de sésamo. Un final redondo, tanto visual como gustativo.
Me gustó especialmente el servicio: atento, amable y con un toque especial: preguntan si el siguiente plato se puede servir inmediatamente o si prefieres tomarte tu tiempo. Esto garantiza un ritmo relajado y personal.
El ambiente se renovó hace unos años. Es elegante: mucha madera, iluminación cálida, un ambiente relajado, además de luminoso y moderno, con muchas sillas altas en la barra. Con buen tiempo, merece la pena sentarse fuera; dentro, personalmente prefiero las mesas normales a los taburetes altos.
Mi conclusión: Para mí, uno de los mejores restaurantes de SPO. Creativo, fresco y con personalidad propia, y un servicio que cuida hasta el último detalle. ¡Me encantaría volver! Vale la pena reservar, ya que el restaurante suele estar lleno de clientes del hotel. A veces, con buen tiempo y mucha gente en la calle, se puede conseguir mesa espontáneamente.
El servicio fue atento y amable en todas mis visitas, y el equipo estuvo muy bien organizado: sin prisas, siempre presente.
(Original)
Genuss mit Küstencharme
Wer in St. Peter-Ording gut essen gehen möchte, kommt an einem Ort kaum vorbei: dem DeichKind-Restaurant. Direkt an das Hotel StrandGut angeschlossen, erwartet einen hier moderne, frische Küche mit Anspruch – mal vegetarisch, mal vegan, mal mit hochwertigem Fleisch oder Fisch, aber immer mit einem klaren Fokus auf Qualität, Regionalität und Saisonalität.
Die Karte wechselt regelmäßig, was den Besuch jedes Mal wieder spannend macht. Die Zutaten sind spürbar frisch, die Kombinationen kreativ und geschmacklich top abgestimmt – es ist kein reines „Fancy-Food“, sondern wirklich hervorragend zubereitetes Essen mit Tiefgang.
Was ich dort besonders liebe
Vegetarische und vegane Gerichte, die nicht wie ein Kompromiss schmecken, sondern wie das Beste aus Gemüse, Gewürzen und Textur. Frischer Koriander, fein eingesetzte Gewürze, oft mit asiatischem oder orientalischem Einschlag. Saisonale Zutaten und regionale Herkunft – häufig in Bio-Qualität. Eine wechselnde Speisekarte, die neugierig macht.
Ich war inzwischen mehrfach hier und jedes Mal begeistert. Schon beim ersten Besuch hat mich ein lauwarmer Ziegenkäsesalat auf dünn geschnittener Roter Bete mit frischem Salat, gerösteten Walnüssen und einem milden Dressing überzeugt. Die Textur- und Geschmackskombi war einfach toll.
Als Hauptgang kam ein veganes Curry. Ich bin nicht mehr sicher, ob es aus Linsen oder Kichererbsen bestand, mit frischem Koriander. Eine wärmende, leicht scharfe Komposition mit einem großen, knusprigen Papadam obendrauf – optisch und geschmacklich ein echtes Highlight. Allein der Anblick macht Lust, es sofort wieder zu bestellen. Allerdings, wie schon gesagt, wechselt die Karte regelmäßig.
Beim letzten Mal habe ich den Salat von historischen Tomatensorten mit Ziegenkäsecreme und karamellisierten Walnüssen probiert – frisch, aromatisch und perfekt abgestimmt. Dazu ein veganer Burger mit knusprigen Gemüsechips und Süßkartoffelpommes: sättigend, kreativ und sehr lecker.
Zum Dessert gab es Eis von der Tofterbüller Eiscremerei: Heidelbeer-Sorbet, Joghurt und Pfirsich – serviert auf Apfelstücken mit Holundergelee und Sesam. Fruchtig, cremig und durch den Sesam besonders spannend in der Textur. Optisch wie geschmacklich ein runder Abschluss.
Besonders angenehm fand ich den Service: aufmerksam, freundlich und mit einem schönen Detail – man wird gefragt, ob der nächste Gang gleich kommen darf oder ob man sich lieber Zeit lassen möchte. Das sorgt für ein entspanntes, individuelles Tempo.
Das Ambiente wurde vor ein paar Jahren renoviert. Es ist stilvoll– viel Holz, warmes Licht, entspannte Atmosphäre, sowie hell, modern mit vielen Hochstühlen an der Bar. Am Bei schönem Wetter lohnt sich ein Platz draußen, drinnen mag ich persönlich lieber die normalen Tische als die hohen Barhocker.
Mein Fazit: Für mich eines der besten Restaurants in SPO. Kreativ, frisch und mit eigenem Charakter – und ein Service, der auf Kleinigkeiten achtet. Immer wieder gerne! Reservieren lohnt sich, denn durch die Hotelgäste ist das Restaurant oft gut gefüllt. Spontane Plätze bekommt man manchmal bei gutem Wetter, wenn viele draußen sind.
Der Service war bei all meinen Besuchen aufmerksam und freundlich, das Team gut aufgestellt – keine Hektik, aber immer präsent.